Que un uso abundante del smartphone es algo que está cada vez más presente en nuestro día a día es una realidad innegable. De hecho, son cada vez más las familias preocupadas por el tiempo de exposición y uso de estos dispositivos por parte de sus hijos y cada vez mayor el número de estudios relacionados con las consecuencias que este “nuevo” hábito está teniendo en la salud mental y emocional de los ciudadanos.
Pero, ¿cuáles son los factores de riesgo que pueden poner en peligro nuestra salud? ¿Hay alguna manera de evitarlos? ¿Se puede hacer un uso más saludable de los smartphones? A esta y otras preguntas, trata de dar respuesta el estudio “Estrategias para mejorar el bienestar emocional: Hacia un uso más saludable del Smartphone”.
Liderado por la Universidad Politécnica de Madrid en colaboración con la Universidad de Oviedo, el trabajo ha sido seleccionado por el programa de ayudas Conecta de la Fundación ”la Caixa”. Gracias a ello, la investigación recibirá un total de 73.250 euros. La Convocatoria Conecta se dirige a la investigación realizada en colaboración entre varias entidades. El objetivo es “promover la colaboración entre el mundo académico, el tercer sector y la Administración pública, con el fin de recabar datos que ayuden a abordar los desafíos sociales”.
Un trabajo ambicioso
“Nuestro punto de partida es que hay diferentes factores en el espacio interpersonal de los ciudadanos que hacen prácticamente inviable evitar el uso del smartphone”, explica Alberto Urueña, investigador de la ETSI Industriales de la UPM que lidera el estudio. “Además de las consecuencias del uso extensivo (malestar psicológico, problemas de sueño, etc.), lo que comparten los usuarios es que son ciudadanos de una sociedad altamente digitalizada y que ello los lleva a estar constantemente conectados”.
El problema es que, aunque hay un reconocimiento general de que encontrar un equilibrio entre la expansión de los dispositivos móviles y el bienestar supone un desafío para las sociedades digitalizadas, todas las teorías que describen la relación entre el uso de aplicaciones de comunicación para la conectividad móvil y la presión social digital aún no se han traducido en pruebas empíricas rigurosas. De ahí la necesidad de un estudio como el que va a llevarse a cabo.
“El uso extensivo del smartphone como vehículo de comunicación e interacción social está generando nuevos desafíos de salud emocional, lo que exige una respuesta desde la investigación y las organizaciones sociales. El proyecto responderá a la pregunta de cuáles son los factores de riesgo y protectores que permitan explicar la presión social digital y cuál su relación con el bienestar emocional de los usuarios”, explica Urueña.
El trabajo, que está aún en su fase inicial, cuenta también con el apoyo y la colaboración de dos importantes organizaciones sociales: Caritas y PantallasAmigas, esta última dedicada a la promoción del uso seguro y saludable de Internet y otras TIC, así como el fomento de la ciudadanía digital responsable en la infancia y la adolescencia.