La experiencia diversa y compleja de setenta y seis mujeres
Tamarit, junto con
Antonia Linde –profesora de
Criminología de la UOC y también investigadora de VICRIM– y las criminólogas Patricia Martín Escribano y América Machado, han
entrevistado a 76 mujeres que ejercen o han ejercido en el pasado el sexo de pago en Barcelona y en otras dos ciudades catalanas. La mayoría –un 84 %– son de origen extranjero, principalmente de Latinoamérica –más de un 60 %–, aunque hay algunas de países europeos, en especial de la Europa del Este. La edad de las mujeres oscila entre los 25 y los 63 años, y un 75 % tiene como mínimo estudios secundarios, un 20 % ha completado el bachillerato y casi un 11 % cuenta con formación universitaria.
El estudio ha abordado aspectos como las
causas de su involucración en el sexo de pago, las
consecuencias que tiene para su
salud física y mental, y
la
violencia que han sufrido a raíz de esta actividad. La principal conclusión es que, a diferencia de los estereotipos que rodean esta práctica, la experiencia de las mujeres es muy diversa, aunque sí existe un denominador común: ejercer el sexo de pago tiene consecuencias adversas importantes, y es que el
90 % de las entrevistadas ha sufrido violencia. El estudio también pone en evidencia los retos singulares que tienen las mujeres transexuales, que presentan una problemática diferente del resto de las mujeres, tanto en las consecuencias que tiene para ellas esta práctica como en el proceso y el momento de la iniciación.
Violencia y drogas: denominadores comunes
La mayoría de las mujeres habían sufrido algún tipo de violencia –física, sexual o psicológica– por parte de los clientes o los proxenetas en el marco de su trabajo. Pero no solo en este ámbito, como explica Tamarit: "Un aspecto de mucho interés que revela la investigación es que, a la violencia relacionada con la práctica del sexo de pago, se añaden
otras experiencias de victimización, como haber sufrido
abuso sexual en la infancia o violencia en las relaciones de
pareja".
También es común el consumo habitual de
drogas vinculado a esta actividad. Así, un 67 % había consumido drogas, y un 46 % había sufrido alteraciones físicas o psicológicas que habían afectado su salud a raíz de su ocupación. Entre los factores que las motivan a tomar drogas, están la insistencia de los clientes o el uso de estas sustancias como mecanismo de fuga o para gestionar el daño que les provoca la actividad.
"El uso de alcohol y drogas, especialmente de cocaína, se explica por la
presión que ejercen algunos clientes, que buscan experiencias de sexo de pago y consumo. También pueden encontrar en la droga una manera de evadirse de la realidad", dice el investigador de la UOC.
Evitar tomar decisiones políticas basadas en estereotipos
Aunque en la corriente abolicionista de la prostitución se afirma que la mayoría de las mujeres que se dedican a ello lo hacen porque son
víctimas de tráfico o explotadas, el estudio muestra que "solo" lo habían sido un
30 % de las entrevistadas; las otras se iniciaron por voluntad propia: "La visión de que todas las mujeres que practican sexo de pago están explotadas se basa en un estereotipo y un reduccionismo, como lo sería también creer que todas las que se dedican a esta práctica lo hacen de forma plenamente libre. Tomar decisiones políticas a partir de este tipo de visiones es un error grave", explica Tamarit.
Así, un
84 % de las mujeres del estudio
decidió ejercer el sexo de pago por falta de recursos económicos, y un
25 % se inició a consecuencia de un engaño de otra persona. Lo que está demostrado es que las mujeres que se dedican a esta práctica "se exponen a un alto riesgo de sufrir consecuencias importantes para su salud física y mental, y esto no pueden ignorarlo las políticas públicas. Como tampoco se puede ignorar la importancia de la libertad individual como principio esencial de nuestro sistema político. Es necesario un debate serio y basado en la evidencia", asegura el investigador de la UOC.
Mujeres transexuales y sexo de pago: una realidad diferente
En el estudio, 26 de las mujeres entrevistadas eran transexuales, hecho que ha permitido tener una perspectiva diferente sobre la experiencia de ejercer el sexo de pago. Una de las diferencias está en la motivación para involucrarse en esta profesión. Si en el caso de las mujeres cis predomina la necesidad económica después de un proceso de migración en el que ven frustradas sus expectativas cuando llegan a Europa, en las
mujeres transexuales la
decisión está relacionada, en muchos casos, con la
voluntad de afirmación de su identidad sexual y con experiencias de tipo lúdico. En otros casos, también pesan las dificultades a la hora de encontrar trabajo a causa de la discriminación que sufren por su condición.
Un dato relevante es que el
61 % de las mujeres transexuales empezó a trabajar en el sexo de pago cuando eran menores, mientras que en las mujeres cis este porcentaje era del 20 %. El porcentaje de mujeres transexuales que afirma haber sufrido alteraciones de salud también es superior al de las cis.
Falta de alternativa, necesidad de regulación
Un
89 % de las mujeres ha intentado dejar el sexo de pago sin haberlo conseguido, y la gran mayoría, un
94 %, ve la actividad como su única opción de supervivencia, y no como a lo que se quieren dedicar de manera permanente. La precariedad que ofrecen otras alternativas laborales o la imposibilidad de mantener los ingresos que les proporciona la prestación de servicios sexuales hacen que no hayan abandonado esta ocupación. También es significativo que
la mitad de las entrevistadas consideran que el sexo de pago tendría que regularse, mientras que solo un 17 % creen que se tendría que prohibir. Entre los motivos que aducen para la regulación, contemplan el hecho de "tener más protección y seguridad", y también "para que el dinero sea de la mujer", así como "para que lo acepte la sociedad y nos vean de manera menos negativa".
El profesor Tamarit explica que "muchas mujeres querrían dejar esta actividad, porque son conscientes de los costes que tiene para ellas, pero a la vez desean tener el derecho de realizarla si lo necesitan y de ser reconocidas mientras están involucradas. Creen que, si se ponen obstáculos, se ven forzadas a realizar la actividad en condiciones peores".
Los
próximos pasos del proyecto serán un estudio con
hombres que se dedican al sexo de pago, un análisis sobre sentencias de casos de homicidio y delitos de prostitución coactiva, y un tercer estudio de carácter jurídico-penal. El objetivo es generar información confiable para la toma de decisiones políticas que estén basadas en la evidencia y alejadas de los prejuicios que generan los estereotipos.
Esta investigación de la UOC favorece los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) 1, poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo; 5, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas; 10, reducir la desigualdad en y entre los países, y 16, promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas.
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