Alfonso Benito Calvo, geólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) participa en un artículo publicado en la revista
Quaternary que ha permitido conocer que los neandertales de la cueva Prado Vargas (Cornejo, Burgos) coleccionaban fósiles de origen marino hace 46 000 años, y en el que se demuestra, por primera vez, que una especie diferente a
Homo sapiens fue capaz de crear la primera colección de fósiles.
En este artículo, coordinado por Marta Navazo Ruiz, investigadora de la Universidad de Burgos, se han analizado los quince fósiles marinos que desde el año 2016 se han descubierto en la excavación sistemática del nivel 4 de este yacimiento, que forma del Monumento Natural de Ojo Guareña, uno de los sistemas kársticos más grande de Europa con más de 100 km de simas, cuevas y galerías.
El estudio taxonómico de los fósiles ha dado como resultado que todos ellos pertenecen al filo de los moluscos (
Mollusca), excepto uno de ellos, que se corresponde con el filo en el que se engloban los erizos de mar (
Echinodermata). De los moluscos, la mitad pertenecen a la clase de los bivalvos (
Bivalvia) y la otra mitad a la de los gasterópodos (G
astropoda).
Dentro de los gasterópodos, la familia mejor representada con seis especímenes es la de los tylostoma (T
ylostomatidae). Los tylostomas son fósiles que pertenecen a la misma clase que los caracoles actuales y que pueden alcanzar los 10 cm, poseen una concha holostomada, con varias espiras, la última de las cuales es de mayor tamaño. Los fósiles de tylostomas hallados en la cueva de Prado Vargas fueron caracoles que habitaron sobre la superficie de fondos marinos poco profundos hace millones de años.
¿Por qué los neandertales recolectaban fósiles?
Los neandertales de la cueva de Prado Vargas en sus continuos recorridos por el territorio en busca de alimento, maderas para fabricar sus jabalinas o sílex para tallar sus herramientas, localizaron varios depósitos donde afloran estos fósiles. Estos grupos de neandertales los recogían y trasladaban hasta la cueva, la cual se encuentra a una distancia entre dos y cuatro kilómetros de los diferentes afloramientos con fósiles.
Para los coleccionistas prehistóricos, estos fósiles debieron de tener un carácter especial más allá del objeto mismo, ya que solamente uno de los fósiles presenta estigmas de haber sido utilizado como percutor para fabricar sus herramientas de piedra. Está claro que la selección y traslado de estos fósiles por parte de estos neandertales al interior de la cueva tienen algún significado y simbolizan algo, lo que ha llevado al equipo investigador a plantear diferentes hipótesis para explicar este comportamiento.
Pudieron haber sido coleccionados simplemente por razones estéticas porque les gustaba la forma de los fósiles, o para intercambiarlos dentro del grupo o con otros grupos neandertales; o para jugar con ellos, o para reforzar la identidad cultural como un elemento de cohesión social del propio grupo, en la medida que estos fósiles les relacionaban directamente con el territorio en el que vivían.
¿Una afición infantil?
Es probable que la recolección de estos fósiles fuera llevada a cabo por los niños del grupo. Estudios sobre nuestra especie, han demostrado que la característica de la colección de objetos se desarrolla durante la infancia. Según los especialistas, la conducta coleccionista aparece en los individuos infantiles entre los 3 y 6 años, en el momento que empiezan a ser conscientes de sí mismos, y continúa hasta que tienen 12 años. Durante la pubertad se sigue coleccionando, pero en menor medida, y a partir de los 18 años este comportamiento se debilita y no vuelve a reaparecer hasta los 40 años.
“Es posible que los neandertales de Prado Vargas encontraran los fósiles intencionalmente o por casualidad, pero lo que está claro es que su transporte hasta la cueva fue deliberado, sistemático y repetitivo por lo que se constata su impulso e interés por recolectar estos fósiles. De esta forma, los neandertales de esta cueva burgalesa se han convertido, hasta el día de hoy, en los primeros coleccionistas de fósiles de nuestro proceso evolutivo”, concluyen los autores.
Proyecto Prado Vargas
La publicación del artículo se enmarca en las investigaciones realizadas en el yacimiento de cueva Prado Vargas. Este yacimiento se lleva excavando sistemáticamente desde 2016 y, hasta la actualidad, se han recuperados más de quince mil restos de hace 46 000 años. En la campaña de 2019 se halló un molar de leche de Vera, una niña neandertal de ocho años que hasta la fecha es el resto humano más antiguo descubierto en el complejo kárstico de Ojo Guareña. El equipo está codirigido por Marta Navazo Ruiz (Profesora Titular de Prehistoria de la Universidad de Burgos), Alfonso Benito Calvo (Investigador del Centro Nacional en Evolución Humana) y Rodrigo Alonso Alcalde (Coordinador del Museo de la Evolución Humana y profesor Asociado de Prehistoria en la UBU). El equipo lo complementan una docena de alumnos de la Universidad de Burgos que se encuentran realizando sus tesis doctorales y otros trabajos de investigación sobre este yacimiento.
Desde la puesta en marcha de las excavaciones en Cueva Prado Vargas, las investigaciones realizadas cuentan con el apoyo económico y material de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de Burgos, el Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva, la Fundación Palarq, las localidades de Cornejo y Quisicedo, la Casa del Parque del Monumento Natural de Ojo Guareña, las asociaciones locales La Escuela de Cornejo y Naboqui de Quisicedo y de todos los vecinos de la zona que muestran un especial interés por conocer y divulgar el patrimonio arqueológico de su territorio.